miércoles, 28 de noviembre de 2012

Capítulo 1:

Ella era un suspiro paciente en la noche oscura. El retazo de los sueños y esperanzas desechados hace eones.

Ella era el trazo que siempre faltaba en un lienzo, la nota que escapaba de una melodía y la rima que se perdía en un poema.

Sus ojos, hablaban sin hablar de mil momentos tan intensos que quemaban. Hablaban aunque ella no quisiera. Cantaban con una melodía tan hermosa que parecía desafinada en este pentagrama de tercera que llamamos mundo.

Su sonrisa estaba muerta. Quizás la mató su padre con la primera bofetada. Quizás su madre, al depositar en ella todos los sueños que no había podido cumplir. Quizás fueron los niños, con esa crueldad tan natural en ellos que les hace parecer pequeños prófugos del infierno. O quizás su sonrisa había nacido muerta; plenamente consciente de que no iba a ser necesaria allí donde ella iba.

Le gustaban la música pop y los cigarrillos. Y cuando le preguntaban por el mundo ideal siempre respondía que no existiría el cáncer de pulmón y que Madonna estaría sonando todo el día.

Llevaba una vida gris y monótona. Sus sueños y esperanzas se habían ahogado hacía muchos años en el mar de la mediocridad. Tenía un trabajo que ocupaba ocho de sus horas diariamente en teclear basura que no le importaba realmente a nadie.

No tenía amigos. No tenía pareja. No volvería jamás con su familia. Vivía en un piso pequeño con y seriamente mal cuidado con una habitación, un baño y un salóncomedorcocina. Lo único que le gustaba era que si salías al balcón había una escalerilla que conducía a la azotea, donde el anterior dueño había tenido un invernadero de plantas de marihuana y ella había instalado su habitación.